¿No queremos darle la cara al problema?.
Muchas veces nos escondemos o huimos por orgullo y falta de humildad, así nos vemos atrapados en un desierto de dolor por muchos años, nos justificamos pero seguimos en tribulación, enfermedad y pobreza, somos prisioneros por miedo a enfrentar el perdón, la verdad. Es fácil y simple, es falta de regresar a Dios y aclarar todo y ser libre. Cuando Dios nos recibe, se empiezan a solucionar los problemas, a ser libres y empezamos a tener con el una vida en plenitud.